Que un niño respire con la boca abierta altera el equilibrio en la dinámica de la vía respiratoria.

La cara de un niño se desarrolla según cómo la utilice. Esto ocurre porque los músculos que se encuentran bajo la piel son los que definen nuestras expresiones faciales. Cuando respiramos, los músculos se mueven, estimulan y dirigen el crecimiento de los huesos de la cara, los dientes y el paladar. Por ello, es muy importante seguir una dinámica respiratoria normal.

Las consecuencias pueden ser:

• Alteraciones en la mordida: abierta o cruzada
• Problemas en la dentadura: amontonamiento, retraso en la salida de los dientes permanentes, caries, desgaste del esmalte
• Estrechamiento del espacio en la garganta, lo que potencia la existencia del ronquido y el apnea del sueño
• Cúmulo de secreciones nasales, infecciones recurrentes
• Disminución del olfato y del gusto
• Trastornos en el habla
• Dolor y desgaste de la mandíbula
• Deformidades por postura
• Alteraciones estéticas: pérdida del cierre labial, prominencia de la dentadura, mandíbula pequeña y retraída
• Deterioro de la fuerza muscular de boca, lengua y garganta

Además, es importante empezar a tratarlo lo antes posible, pues el transcurso del tiempo sólo genera problemas irreversibles.

El primer paso para eliminar el problema es conocer el motivo de la respiración por la boca. A partir de ahí, se debe trabajar en dos áreas:

Como primera medida, se debe acudir a un odontólogo para que estudie el caso y dé un análisis acerca de la estructura del paladar, la dentadura y la mandíbula.

La respiración bucal suele debilitar los músculos que se ocupan de cerrar los labios, masticar, o mantener la boca cerrada o la garganta abierta; por lo tanto, el segundo paso es procurar potenciar la fuerza y la capacidad muscular de la boca y la garganta.

Dra. E. Fleitas